domingo, 20 de octubre de 2013

Mierda, cuchara y sonrisas despeinadas.

Hola gente, aquí me tenéis de nuevo, ya más activo con el blog.

Empecemos por mi día de hoy, todo comenzó genial, caminito a Mérida a ver a mi hermano, sin resaca ni nada, es raro, pero bueno, un domingo es un domingo. Pasamos la mañana muy bien, comimos y me vine a los Cáceres, pero el viaje hacia aquí me lo han jodido. Así qué aquí estoy, desahogándome e intentando animarme y animaros por si estáis como yo.

Obviamente, no os voy a decir que me ha pasado, pero sea lo que sea, siempre quedan razones para sonreír e intentar que el día acabe como empezó, felices y contentos.

Lo primero que suelo hacer es pensar: “¿por qué estoy así?” Meditarlo, darle vueltas al coco e intentar buscar esa solución que parece que no existe, pero siempre hay una luz al final del túnel, o una cuerda mal atada para salir del pozo en el que te has metido. Porque en realidad, así es, nos metemos solos, ¿de verdad nos importa tantísimo lo que la gente nos diga? Parece que sí, pero no debe de ser de esta forma.

Después de comerme el coco, sin atender  a nada pongo la música, cuanto más alta mejor y siempre hay alguno de los míos (Robe, Fito, Kutxi, Freddie…) que hace que piense mejor, que sonría o que incluso llore, pero al fin y al cabo, hacen que me desahogue. Ahora mismo por ejemplo:

“Y vive contando primaveras, que dicen que la sangre altera”. (Melendi).


El bueno de Melen (el rastas el otro no mola tanto), me acaba de decir que viva la vida, que no desaproveche nada, que pase de lo malo y busque lo bueno. Y como estas mil y una más. Fijaos:

“The show must go on”. (Freddie Mercury, Queen).


Un grande entre los grandes, que hizo que Wembley se rindiese a sus pies, pues él me acaba de decir ¡QUE EL PUTO SHOW DEBE CONTINUAR! Joder, si lo dice él, habrá que hacerle caso, digo yo eh.

Sin quererlo aparecen cosas así como si nada, que hacen que sonría, me motive, hasta que llore de la puta rabia. Eh, esperad, creo que… sí, viene otra:

“Que más te da si trajino, si tuerzo el camino, si le pego al vino ¡te digo!”. (Kutxi, Marea).


Y va y llega el bueno de Kutxi para decirme y que me entere por todas las maneras posibles que es mi jodida vida y que la gente puede hablar lo que le salga de ahí, que cada uno hace lo que quiere en su vida, que pa’ eso es suya, cohone.

Podría tirarme la tarde así y no acabar el blog.

Después de la música, intentar estar bien, desahogarte un rato, pensar “soy gilipollas”, lo mejor es intentar hablar o desahogarte con alguien de confianza, yo, por desgracia, ahora mismo no puedo, pero los que podáis hacerlo y no lo hagáis, tontos sois.

Y bueno gente, después de todo esto, sin querer, todos, seguramente todos, hayáis sonreído un mínimo de cinco segundos y pensad que durante esa sonrisa, durante esos cinco segundos, que apenas parece tiempo, no estabais pensando en vuestras comidas de cabeza, ralladuras y demás líos.

De momento nada más que alegar… bueno si:

Voy a parar en el camino y en lo que dura un cigarrito voy a pensar en estos años; todo lo que ha pasado…” (Fito, Platero y tú).



Pues eso, que la vida se pasa, en lo que dura un cigarrito. 


Saludos, espero que os guste.

jueves, 17 de octubre de 2013

Diario de un estudiante. Cap1.

Hola gente, matarme si queréis por no escribir más, me lo merezco pero la vida del estudiante es muy perra.

De eso precisamente os vengo a hablar, seguro que más de uno como yo está fuera de su casa, viviendo a la deriva, esperando que todo salga bien, currándoselo, divirtiéndose, estudiando, gozándolo y demás.

Esta vida es genial, comes lo que quieres, bebes lo que quieres, estudias cuando te apetece, si no quieres ir a clase no vas (mamá como se que leerás esto que sepas que no me fugo), sales de juerga, en fin, lo que te apetece.

Pero siempre, una vez a la semana hay un día que “PUM BANG BANG BANG WOOOOOOOPLOOOF”, todo a hacer puñetas y bajón cojonudo, al menos eso me pasa a mí, no ves a tu gente y claro, pues se les echa de menos, eso de que llegues a casa y la comida este en la mesa, que tu habitación esté medianamente limpia, UN PUTO ABRAZO CUANDO LO NECESITAS, que sales con tus amigos a diario, no sé si me seguís.



Pues esos días son jodidamente asquerosos, no los soporto, solo me ayuda música alta y dormirme cuanto antes.

En fin, echo de menos todo, mi pueblo es una basura, pero la gente que hay en él y quiero tanto no lo son, mis papás, el tonto de mi hermano, mis exiliados, MI GORDO, su sonrisa…

La vida es dura, y cada día me doy cuenta más de ello, pero no hay que deprimirse, amargarse y tal, siéntate, respira y reflexiona, puedes con ello y mucho más, o eso me dicen a mí y de momento no se confunden.

Levantad esas cabezas y venga que nos vamos a enseñar nuestra sonrisa al mundo.




Nos leemos, hasta la próxima.

lunes, 7 de octubre de 2013

UN TRECE DE OCTUBRE DE DOS MIL DOCE

Todo comenzó, un día de Marzo cuando salieron las entradas de ese concierto, de lo que más ilusión me hacía en mi vida, de una cosa que yo tenía que vivir antes de morir, UN CONCIERTO DE EXTREMODURO.

Cuando el mismo día que salieron las entradas yo ya la tenía en mis manos, solo hacía falta esperar a ese trece de Octubre.

Mucho tiempo de espera y ese día llegó, yo levantándome con AC/DC a todo trapo, ducha rápida y a por los colegas que nos íbamos a Cáceres a lo que iba a ser uno de los mejores días de nuestra vida, en el coche con mi padre, nos puso QUEEN a toda caña (gracias a él yo amo el rock).

Nos dejo en el centro comercial, compramos botellón, nos tomamos unas cañas, y fuimos a comer, a las 6 estábamos haciendo botellón en el recinto ferial, calentando las gargantas; con dos copillas llegó un hombre, muy majo, nos vendió las camisetas de Extremoduro, ya estábamos con el kit completo, whisky, camiseta, tabaco, gargantas calientes... 

Era hora de entrar, lo primero que vimos, hora feliz en la barra, dos litros de birra por lo que valía uno, esto comenzaba muy bien, dieron las 22:00, las luces se apagaron y empezamos a escuchar las primeras notas de la guitarra de Uoho, la voz de Robe cantando “el pájaro azul”, pelos de punta, gritos, sudor, empujones, lágrimas…

Una canción tras otra, cada vez más cansados, pero seguíamos dándolo todo, sonó “BriBriBliBlí” y fue el culmen, no cabía dentro de mí, “Si te vas” hizo que se me cayeran las lágrimas, “Puta” hizo que gritara como nadie, “So payaso” bueno, me hizo recordar.



Llegó el momento de la despedida, Uoho se hizo un solo de unos 15 minutos y Robe dijo llorando:

Sois los mejores, os quiero.

Después de 3 horas y media de lo que hasta el momento ha sido la mejor experiencia de mi vida, acabamos “cenando” a las 6 de la mañana en un kebap, nos fuimos a sobar, desperté un domingo, con una sonrisa que nadie me podía quitar, y ahora aquí ando, esperando volver a verlos, los echo de menos.

Sé que obviamente no es lo que suelo escribir, pero es una historia genial para contar y recordar.


Hasta el próximo blog.